El Carnaval de Ceuta de 1986, la cuarta edición después de su renacimiento, contó con el pregón de un ilustre de la ciudad, José García Cosío. El histórico cronista oficial de Ceuta centró su intervención en los festejos de principios del siglo XX.
García Cosío dedicó su vida a difundir la historia de la ciudad fundando, junto a otros historiadores e investigadores, el Instituto de Estudios Ceutíes (IEC) y publicando numerosas obras, entre ellas ‘Ceuta, historia, presente y futuro’ e ‘Historia gráfica de Ceuta’.
El historiador Francisco Sánchez Montoya manifestaba en 2011 en su sección ‘Mis personajes favoritos’, de ‘El Faro de Ceuta’, que García Cosío era reconocido por “su labor meritoria y altruista que a lo largo de muchas décadas dedicó a la ciudad” y que sus anotaciones “son un legado para la historia local”.
García Cosío fallecía en 1996 y en la actualidad da nombre a una calle de la ciudad.
Pregón del Carnaval 1986
Por José García Cosío
«Una vez más desde la recuperación de estas fiestas, ahora hace cuatro años, estamos a las puertas del Carnaval. Este cronista que os habla tiembla de emoción ante el compromiso que el Ilustre Ayuntamiento, por medio del buen amigo, concejal delegado de Festejos, D. Francisco Luque Gallego, le ha hecho para pregonar las mismas, quizás sucesoras de las saturnales romanas, premonitorias de la ansiada primavera a fin de entrar saturados de gozo en los días penitenciales de la Cuaresma que se avecina.
Vaya para los que de esta humilde persona se acordaron mi más sincero agradecimiento.
Y sin más, queridos paisanos, tras saludar con deleite a esa bella ‘caballa’ que nos preside como Reina, la jovencísima Penélope, vamos todos, Vds. y yo, a tratar de preparar nuestro “bodi” para adentrarnos en el Carnaval. Fiesta popular, esencialmente divertida que nos da ocasión para mostrar la inspiración y el ingenio no solo a niveles personales sino de grupos que con sus disfraces y canciones, lucidos y cantados por chirigotas, comparsas y cuartetos, animan las calles ceutíes, haciendo que por unos días olvidemos “los terrícolas” de este pedacito de solar patrio, los avatares cotidianos a veces desgraciados que a menudo hemos de soportar, depositándonos en los brazos de una sana y desbordante alegría.
Así, con vuestra asistencia y colaboración año tras año, irá consolidándose nuestro Carnaval hasta conseguir el auge y esplendor que ya tuviera a principios de siglo, cuando los premios para las comparsas eran de 100 pesetas y para las máscaras, pues esta era la denominación de los disfraces, 50 pesetas, y cuyo mayor atractivo era engalanar los “coches” invasores primarios de las entonces callejas estrechas de la ciudad. Era allá por los años 1910-1920 cuando los carnavales ceutíes tuvieron su iniciación sin canciones netamente locales, pero aceptadas por la enjundia crítica que tenían sus letras. Precisamente esa ha sido una de sus características de las ancestrales y, en cierto modo, lúdicas fiestas carnavalescas, el enjuiciar hechos y actuaciones de los hombres y organismos públicos a escala nacional o local. También eso pudo ser la base de las máscaras. Ocultarse tras ellas para ejercer la crítica sin ser conocido, utilizando el antifaz, la más de las veces para ejercer escarceo amoroso en el árbol prohibido. Sin embargo, la máscara casi siempre se empleó así y se sigue haciendo más bien para perpetuar la imagen de algunos personales populares y en ocasiones a fin de ridiculizarlos.
Indudablemente, cuando nuestro Carnaval tuvo su punto álgido, comparándolo algunos con los mejores que se celebran a lo largo y ancho de la piel de toro, fue allá por los años treinta. Era la época en que se popularizaron las carrozas del Michelín y de los balones de goma de los chocolates ‘Constantino López’. Se hizo célebre con la “sastrería carnavalesca”, el modisto Adolfo Torres, prodigándose los disfraces de Pierrot con el que os habla, siendo niño asistió a uno de los famosísimos bailes del Teatro Cervantes. En aquel entonces fue popular un “afeminado” que vendía especialísimas tortas, todo él vestido de blanco pregonando su mercancía de la siguiente forma: “¡Y son de la goleta… a chica (5 céntimos) para las niñas bien y a gorda (10 céntimos) para las catetas!”.
Era la época en que las comparsas lanzaban sus coplas al aire, tal cual ocurre ahora, compuestas por letristas locales que se hicieron famosos y perduran en el recuerdo: Roque Guerrero, Pedro, los Pozo, Vilches, Luque, Rodríguez, el famoso ‘Papá Abuelo’… Y, cómo no, las celebérrimas murgas de ‘Corinto’ y ‘Barrigaverde’.
Fueron muchas las canciones que se popularizaron.
Pasó el tiempo y aun cuando el Carnaval no tenía expresión callejera y popular, de alguna forma continuaba celebrándose sin antifaces en bailes y saraos en las diversas sociedades ceutíes.
Por los años 70, siendo Tte. de Alcalde de Festejos D. Gregorio Blasco, se intentó su recuperación.
Y así llegamos al resurgimiento del Carnaval promocionado en la etapa que vivimos gracias al impulso y entrega del ex Concejal D. Juan Lázpita Ibáñez.
Y para terminar y que Vds., amables oyentes, puedan entregarse plenamente a las letras del nombre de nuestra Siempre Noble, Leal y Fidelísima Ciudad, sea por la C, de cielo; por la E, de esplendor, esperanza y españolidad inquebrantable; por la U, de unidad para todos los deseos; por la T, de transición; y por la A, de autonomía.
A este público tan paciente saludo con satisfacción, deseando que nos veamos muchos años, de todo corazón.
¡Que no falte nunca en Ceuta la alegría y la ilusión!»
*Fuente: Disco del Carnaval de Ceuta 1986